A 32 AÑOS DEL MTV UNPLUGGED DE NIRVANA: EL LEGADO ÍNTIMO QUE CAMBIÓ LA HISTORIA
Un día como hoy en 1993, Nirvana irrumpió en la memoria colectiva con su MTV Unplugged, un concierto acústico que trascendió su época y se convirtió en mito. Hoy recordamos cómo esa velada demostró que incluso el grunge puede sonar suave como un confesionario.
Hace más de tres décadas, Nirvana se subió a un pequeño escenario para grabar su legendario MTV Unplugged, una actuación que se transformó en algo casi ritual: un balance tenue entre lo crudo del grunge y la desnudez de una confesión íntima.
Esa sesión de 14 canciones, capturada en una sola toma, no fue una simples demostración acústica: fue una catarsis. Cobain no quiso los clásicos explosivos ni un repaso de hits; eligió canciones propias menos obvias y se volcó hacia versiones profundas de otros artistas, como Meat Puppets, David Bowie y Lead Belly. El punto cúlmine fue su interpretación desgarradora de “Where Did You Sleep Last Night”, un momento tan tenso como solemne, con su voz temblando como si estuviera exorcizando demonios.

Detrás del escenario había una tensión constante: los ensayos habían sido complicados, la banda no estaba habituada a tocar sin toda su energía eléctrica, y Cobain atravesaba un momento emocional complejo. Para darle peso simbólico al concierto, pidió flores oscuras, velas negras y una atmósfera que evocara un funeral —no un recital, sino un rito de despedida.
Paradójicamente, aunque el show se presenta como “acústico”, su guitarra no era puramente acústica: Cobain usó una Martin D-18E conectada a pedales y amplificadores disimulados en el escenario, mezclando lo limpio con lo crudo, lo suave con lo eléctrico.
La grabación se publicó después como álbum y se convirtió en un testamento de su talento, fragilidad y genialidad. Con su salida al mundo, el disco alcanzó el número uno y se erigió como una pieza fundamental del legado de Nirvana.
Hoy, ese Unplugged no solo celebra su vigésimo o trigésimo aniversario: se sigue viendo como un requiem, un momento en el que Cobain entregó todo sin escudos, y dejó una marca imborrable en la historia del rock.